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Diario de León.

La Diputación reparte 596.402 euros en patrimonio y acciones culturales

Restauraron tallas y retablos cuya antigüedad va desde el Medievo hasta el Barroco.



     
e. gancedo | león 10/11/2011
La Diputación de León ha repartido un total de 596.402 euros en restauración de patrimonio mueble, actividades culturales, equipamientos de cultura y museos y Casas de León en España, la misma cantidad que en el ejercicio anterior, según puso de manifiesto ayer, en rueda de prensa, la presidenta de la institución, Isabel Carrasco, quien aclaró que en estos cuatro años se han invertido en estos conceptos tres millones de euros.
Comenzó refiriéndose al Consejo Rector del ILC, que aprobó otorgar, merced al convenio con los obispados de Astorga y León para restauración de bienes muebles en el año 2011, un total de 120.000 euros en subvenciones, distribuidos de la siguiente forma: 13 piezas de la diócesis de Astorga y 26 de la de León. En total son 16 retablos y 23 tallas —algunas tan valiosos como el sagrario de Villibañe o los retablos de Grajal de Campos y Marne—, y cuya antigüedad va desde la época medieval hasta el Barroco. La Diputación ha invertido en estos cuatro años en la restauración de bienes muebles de la Iglesia 600.000 euros y restaurado cerca de 200 obras de las dos diócesis de la provincia de León.
En lo que se refiere a la convocatoria de equipaciones culturales, se otorgaron subvenciones por un importe total de 127.402 euros, distribuidos de la siguiente manera: 73.542 euros para ayuntamientos, 37.805 euros para juntas vecinales, y 16.124 para museos. El destino de estas cantidades es, reseñó Carrasco, «la mejora en los edificios destinados a actividades culturales, como casas de cultura, teatros o aulas didácticas, también se destina a mobiliario y equipamiento informático, escenarios, iluminación, restauración de piezas, eliminación de barreras arquitectónicas, etc. En total se han invertido en la mejora de instalaciones culturales en estos cuatro años 508.000 euros».
En cuanto a la convocatoria de actividades culturales, 52 ayuntamientos consiguieron 174.653 euros, 40 juntas vecinales obtuvieron 53.195, y 69 asociaciones, 67.535 euros (total, 286.900 euros). En los últimos cuatro años se invirtieron 1.200.000 euros en este concepto. Por último, ocho Casas de León en territorio nacional (las de Barcelona, Madrid, Sevilla, Bilbao, Gijón, Valladolid, La Coruña y Cantabria) recibieron 80.000 euros para actividades lúdicas y culturales y mantenimiento de las infraestructuras culturales (fueron 700.000 los euros aportados desde 2007).


Los «Apuntes para la historia de Marne» se dan a conocer esta tarde

 
 león 04/08/2010


Cómo se vivía en Marne hasta la llegada de la vida moderna y la industrialización. Cómo era la agricultura, la caza, los ritos religiosos, las tradiciones y hasta el habla cotidiana. Cuál es el origen del nombre de Marne (en la documentación Marín o Margine , la palabra marne en León significa borde, orilla), cómo se han venido llamando sus parajes, cómo es su medio natural, cuáles han sido las fechas más importantes para su historia y hasta los nombres que conformaban las genealogías de sus familias más importantes.
Todo ello se da a conocer en Apuntes para la historia de Marne , el libro del profesor y estudioso Marcos Martínez del Vadillo que hoy a las 19.00 horas se da a conocer en la Casa de Cultura de Marne con el apoyo del ayuntamiento de Villaturiel y la Junta Vecinal de Marne. Todos los vecinos recibirán un ejemplar del mismo.



Diario de León.


Los festejos, que comenzaron ayer, tienen un completo programa durante todo el fin de semana


Marne celebra tres días de fiesta en honor a la Virgen de las Nieves

La comisión se reservará parte del presupuesto para colaborar en proyectos locales


 
A. Fernández - león A. Fernández 04/08/2006
Durante todo el fin de semana Marne se convertirá en la capital festiva de la ribera del Porma. Los actos, que comenzaron ayer con una jornada llena de actividades que se inició con el engalanamiento de las calles con los banderines, tienen hoy su punto álgido con el corro de lucha leonesa que se celebrará a partir de las 19.30 horas en la plaza del pueblo. La comisión de fiestas de Marne de este año está formada por ocho jóvenes, desde los 16 a los 22 años, que además de invertir los recaudado a través de los patrocinadores en los días de fiesta en honor a la patrona de la localidad, la Virgen de las Nieves, destinarán parte del montante recaudado en reformar o apoyar iniciativas del pueblo. Ya el año pasado, con los que sobró de la organización de las fiestas de agosto, recuperaron los casetos con los que cuenta el pueblo y los pintaron y acicalaron para mejorar sus posibilidades de utilización. Los objetivos de este año son apoyar un parque infantil en el pueblo y la iniciativa del bar. Los miembros de la comisión de fiestas se han esforzado al máximo para que las celebraciones de este año se mantengan en el mismo nivel que las ediciones anteriores, ya que Marne siempre ha sido capaz de atraer durante sus homenajes a la Virgen de las Nieves a miles de personas procedentes de toda la comarca e incluso de la capital leonesa y de la provincia en general. Los actos de las fiestas que cada año celebra Marne en honor a su patrona la Virgen de las Nieves comenzaron ayer por la tarde. Tras el enganche de los banderines por las calles de la localidad poco antes de la media noche se soltó un chupinazo al más puro estilo pamplonica. Tras el cohete, el cava se derramó por las calles y los vecinos de Marne. La comisión de fiestas y todos los ciudadanos de Marne están ya preparadaos para seguir consiguiendo que sus fiestas sean unas de las más sonadas de toda la provincia. De momento, les esperan otros tres días de fiesta para honrar a su patrona, dar la bienvenida al mes de agosto y al verano.


 
Los Ongallo, maestros carreros de Marne

El último eslabón de una larga saga de constructores de carros leoneses se llama Eduardo Ongallo. Los últimos carros salieron de su taller en los años sesenta. Ahora se plantea retomar aquel preciso, difícil y hoy prácticamente desaparecido.


  
EMILIO GANCEDO | texto EMILIO GANCEDO | texto 04/06/2006
Con una dedicación que hoy sería poco menos que impensable, una sorprendente precisión, heredada de la experiencia de centenares de antepasados, «y mucha fuerza bruta» se hacían antes los carros en León. Este instrumento básico de trabajo, medio de transporte y de carga, vehículo para humanos, enseres y mercancías desde muchos milenios atrás, salía de rústicos talleres en los que se trabajaba desde el alborecer hasta la madrugada. Uno de estos talleres era el de la familia Ongallo, ubicado en la localidad de Marne (palabra que, por cierto, significa «orilla» o «ribera» en leonés), municipio de Villaturiel, cerca de la capital. De las manos de Eduardo Ongallo Gil, último eslabón de la cadena, y de su padre, salieron carros con destino a muchos pueblos de las riberas y los montes leoneses. Él mismo nos relata algunos detalles de aquel oficio imprescindible para el devenir cotidiano de las comunidades rurales; y, aunque duro, lleno de sutilezas técnicas. La familia procedía de la fastera oriental de la región (Villavelasco de Valderaduey, Villamartín de Don Sancho...), y comenta Eduardo que su padre se trasladó a Marne sobre el año 1940 cuando murió un tío suyo que ya estaba establecido aquí. Fue al poco de casarse. «Agarró la bicicleta y la mujer y cogió el traspaso del tío».En los años sucesivos, padre e hijo, con la ayuda de algunos operarios, fabricaron centenares de carros en un completo taller que contaba, además, con sierra y fragua. Los últimos los vendieron en torno al año 1966 porque «había cambiado todo» y «ya no los pedía nadie». Además, recién llegado de una temporada en Madrid, Eduardo Ongallo aportó nuevas ideas e inventó un método para pulir más rápidamente las piezas de las ruedas, que antes se hacía a mano. A pesar de que con la máquina lijadora se ahorraba tiempo, su padre, apegado a las técnicas tradicionales, se enfadó con él y también uno de los operarios, que le acusó de querer quitarles el trabajo. Una forma de ver las cosas muy típica de aquellos años.La clave, la rueda La rueda era el quid de la cuestión. Y en ella era clave la calabaza central, que después de torneada se metía a cocer en una caldera de cobre, «como las de las pulpeiras ». Allí estaba cuatro o cinco horas para flexibilizar y permitir la introducción de los radios, que iban dentados en la punta para agarrar mejor. Se martilleaban y después el conjunto, al secarse, se endurecía muchísimo. Tanto, que era imposible sacar un radio para repararlo: había que extraerlo a pedazos. La madera más apreciada para la rueda y el resto del carro fue durante mucho tiempo la encina que traían de Salamanca y hasta de Lérida, pero casi lo que más se empleaba era negrillo (olmo) del país. Otro de los elementos más delicados del conjunto eran las piezas en circunferencia que formaban la rueda en sí (el cambón ). Estas piezas se hacían a mano con ayuda de una plantilla de madera: cada dos radios, una pieza. Para la Montaña, las ruedas se hacían más pequeñas; para las Riberas, más grandes. Y todo por etapas. No se fabricaba de una vez el carro entero, sino que se hacía una partida de ruedas, una partida de cajas, etc., y luego se ensamblaban. Y casi, casi, sólo en época de buen tiempo, ya que en el invierno decían los viejos que la madera estaba húmeda y no valía. Pero era nel hibiernu cuando se preparaban algunas otras piezas, así que nunca se estaba de asueto. La llanta de hierro acababa por dar forma a la rueda. Llegaban en barras rectas de 70 x 30, y las doblaban ellos mismos manualmente, con el apoyo de tan sólo unos rodillos y unas palomillas. Metían las llantas en la fragua y los extremos los aplastaban para que encajasen bien uno sobre otro, de tal manera que se consideraba buen carrero aquel que conseguía que no se distinguiera dónde estaba el empalme. Después se metían varios de esos aros, formando una torre, en un horno practicado en la tierra. Se ponía leña en el centro, y también alrededor. Y cuando estaban todos a punto de fundición, se sacaban uno a uno entre tres personas con ayuda de unas grandes pinzas llamadas badiles , los iban levantando y colocando encima de la rueda, que estaba dispuesta sobre una cabria. Con una especie de palancas o gatos se sujetaba y se presionaba, metiéndose así, poco a poco, la llanta en la rueda. «¡Había que hacerlo rápido, antes de que el hierro se enfriara!», recuerda Ongallo. Después se cepillaba bien, dejando la rueda al bies del hierro, éste «más estrecho por dentro, para que rompiera mejor el barro cuando el carro se atollaba». En la calabaza, antes mencionada, se embutía el bocino , de hierro, pieza en forma de embudo que llevaba dentro el buje , también de hierro, en el que giraba el eje.«Normales» y de «escalera» La meseta o caja del carro ya no revestía tanta dificultad. El piso se hacía de tablas de chopo, «ligero pero resistente», y también se fabricaba el resto de elementos (la vara , las agujas , el tentemozo, las pernillas ...). Había dos tipos de carros, el normal y el de escalera , que llevaba los lados de varillas de hierro en vez de tablas de madera. Y, por supuesto, se pintaba («se le daban tres manos de pintura siempre», dice este artesano), de rojo o de azul, y se adornaba con delicados dibujos geométricos o de filigrana. En los últimos años sesenta, un carro valía 14.000 pesetas («¡y siempre se pagaban al contado!», avisa). Así, estos constructores fabricaron bien de carros, especialmente con destino a los pueblos cercanos, pero también «al páramo del Payuelo, a Puente Almuhey y hasta a la provincia de Palencia». En la comarca, no obstante, había más carreros ; Ongallo recuerda los de Palanquinos, Mansilla de las Mulas y Puente Villarente. A pesar de que el oficio se acabó hace ya tiempo, Eduardo, que hoy posee un amplio taller dedicado a la mecánica, conserva todas las herramientas de aquella época y se plantea seriamente volver ahora a hacer un carro con las mismas técnicas y materiales de antes. «Ahora todas estas cosas de antes se comienzan a valorar», reflexiona. Y tiene toda la razón.

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